No me conoces,
no he sido el mismo que en ti dragó la espuma y acarreó a Pandora entre tus labios. Escojo, quizás, un esbozo, un concepto a medio tripular o la carcajada inequívoca del mezquino Arlequín. Se me acabaron la violencia y el estribo, el agua, la sal sin estupor. Y de frente a la nada de los esquemas, con el hambre vejada, me rendí. Escogí tenerme siempre anormal, bohemio, seductor, embustero, presuntuoso, amoral. Condensé, en la sangre, mi dual naturaleza, para beberla en otros labios que repudiaran tenerme. Yo te quise a mares abiertos, calentándote las sienes en la gélida premura de tu ausencia. Y te quise, mucho, pero el Alba un día me amarró el ansia al hemisferio boreal. Quemó con frígida rabia el vuelo de mis ojos y el silencio de mis manos en tus senos; y sopló mi cuerpo hasta los huesos, robándome las ganas de ti. Proclamó un solsticio de invierno en mi alma, dibujándome en la garganta un nuevo grito azul. Publicado en Abrazos del Sur (2011)
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